Todos tenemos un mal día y hace tiempo no sufría uno. Mas allá de ser el segundo día de todo periodo de cualquier adolescente, no podía explicar el dolor que se sentía, la impotencia de no controlar tus pies, del asumir cada día mas y mas que no tenes fuerza en los pies; pero no le das importancia hasta que llega el momento donde ni siquiera lo podes estirar a fondo. Hoy llore.. llore de dolor, de angustia, de impotencia, de inseguridad, de.. frustración. Podía quedarme en el auto escuchando música, por miles de cuadras mas. En momentos como ese puedo admitir que me hubiese gustado viajar lejos, y simplemente respirar hondo, pensando en que quizás no halla mucho remedio mas que pensar que ESE instante era el límite que yo le estaba poniendo a mi vida.
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