Hacia mucho no lloraba por el y por ella. Es un llanto diferente, con impotencia pero a la vez, conocido. Porque claro, ese llanto estuvo conmigo en cada tormenta, en cada pensamiento inapropiado, en cada duda, en cada error. ESAS lagrimas me sacaban toda la furia, la bronca, el enojo, la desilusión que tanto me pesaba, y aunque suene extraño decirlo, ahora que las siento sobre mis mejillas otra vez, había olvidado tal sensación en el pecho acompañada de mis ojos rojos, porque NINGÚN llanto fue tan doloroso, o fuerte como el que sentí tanto tiempo, y creyendo que lo había olvidado... volvió.
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